En una reciente confrontación diplomática, el gobierno venezolano ha tildado de "cipayo" al gobierno de la República Dominicana, presidido por Luis Abinader, tras la incautación de un avión vinculado al régimen de Nicolás Maduro en territorio dominicano. La aeronave, un Dassault Falcon 200 de bandera venezolana, fue decomisada por autoridades estadounidenses, en presencia del secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, quien encabezaba una visita oficial a Santo Domingo.
La Cancillería de Venezuela expresó su rechazo en un comunicado, acusando al gobierno dominicano de actuar como cómplice en lo que calificó de "robo descarado" de la aeronave. La acusación contra Rubio fue aún más fuerte, señalándolo como un "ladrón de aviones" y denunciando que esta acción fue parte de una estrategia impulsada por Estados Unidos para presionar al gobierno de Maduro.
Según el comunicado venezolano, la incautación del avión por parte de Estados Unidos se realizó de manera ilegal, alegando que el acto fue ordenado directamente por Rubio, quien había declarado previamente que el avión venezolano estaba vinculado a actividades de evasión de sanciones y lavado de dinero. Las autoridades estadounidenses confirmaron que la aeronave era utilizada para viajes a destinos como Grecia, Turquía, Rusia, Nicaragua y Cuba.
Este no es el primer incidente de este tipo: en septiembre de 2024, otro avión de la misma procedencia fue confiscado en República Dominicana y trasladado a Florida. En ambos casos, las autoridades estadounidenses sostienen que los aviones fueron adquiridos de manera ilegal y vinculados a redes de corrupción bajo el control del régimen de Maduro.
El gobierno venezolano reaccionó con firmeza, anunciando que tomará todas las medidas necesarias para exigir la devolución de su aeronave y responsabilizar a quienes consideren responsables de lo que llaman un "robo internacional". Este incidente ha aumentado las tensiones entre Venezuela y Estados Unidos, que ya se encuentran en un enfrentamiento diplomático desde hace varios años debido a las sanciones impuestas al gobierno de Maduro.
Mientras tanto, la administración de Luis Abinader ha mantenido su postura de no involucrarse directamente en los conflictos políticos de otros países, pero las tensiones diplomáticas continúan en aumento, especialmente con la creciente implicación de actores internacionales en los asuntos internos de Venezuela.
Este evento pone de relieve el complejo panorama de relaciones internacionales en América Latina, donde los conflictos entre gobiernos, aliados y opositores están cada vez más entrelazados con la política global y las disputas sobre el control de recursos y la legitimidad de los gobiernos.
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